jueves, 18 de diciembre de 2008

Porque gritas?

Porque gritas?! Le grite yo también. Calláte, no ves que nos pueden escuchar? Quien nos va a oir en esta cueva de mierda, me dijo ella con un tono mas bajo pero igualmente enceguecida.
La furia se le veía en la cara y le recorría el cuerpo enrojeciéndole la piel y exaltándole las venas del cuello hasta parecer que iban a explotarle.
Esta cueva de mierda fue idea tuya, en todo caso gritate vos misma…o callate.Cuando le dije esa frase vi sus ojos desorbitados y su boca abierta esperando, alerta, a que el cerebro le tirara una idea; esperando que una neurona le diera la respuesta hiriente y final que subiría la apuesta de esa discusión nocturna. Se quedo así, inmóvil por un instante, los ojos amplios, la boca abierta, la respuesta que no llegaba. De pronto movio los labios como en un chispazo para no dejarme la ultima palabra. Hijo de puta!!!. Sentenció. Se dio cuenta que no era un buen argumento pero que de todas maneras le permitía mantener la tensión. La mirada desafiante, el mentón altivo, el hombro derecho un poco mas adelante que el izquierdo, la respiración rápida pero no demasiado. Hijo de puta!!. Repitió. La mire despectivamente, tratando de explicarle con los ojos que ese no era insulto para mi. No entendes nada, sos una idiota sin solución. Le tiré, buscando que sin recurrir a palabras gastadas, la estocada fuera mas profunda. La corrí del paso con una mano y con la otra abrí la puerta. Ya vuelvo, trata de no meter mas la pata. Cerré.

Esta mina era una idiota, así con todas las letras, una idiota. Me la había presentado un amigo hacia unos meses. Era la ex novia de un ex amigo de el. El ex amigo, un pobre tipo que vendía artesanías. Esta mina, la ex novia, una rubia de peluquería, con pechos de cirujano y cerebro de cartón, me enredo con una serie de mentiras respecto a su trabajo, a sus gustos, a sus delirios y a sus amigos. Fui descubriendo que cada una de sus palabras eran mentiras, claro que no necesite mucho tiempo para eso porque como ya conté, ella no era capaz de sostener una mentira mas allá de la segunda conversación sobre el tema. Se pisaba, se desdecía, se corregía. Al principio hasta me resultaba gracioso, después simplemente paso a ser algo molesto. Empece a verla cada vez menos, era eso o directamente golpearla cada vez que la tenía enfrente, ya me había cansado de escucharla contándome cosas sin sentido. Me había hartado que no tuviera otro tema de conversación mas que las revistas, el horóscopo y los chimentos de la televisión. Un día, mientras manejaba por la ruta, me llego un dato a la cabeza; una de esas ideas que como una pieza de rompecabezas nos rondan el cerebro en busca del espacio donde encajar exactamente, a veces giran por mucho tiempo, a veces no encajan nunca. Me di cuenta que inconscientemente tenia un dato de mis conversaciones con ella, había algo que se repetía siempre, había algo de lo que no se desdecía. Algo en lo que nunca se equivocaba. Seguramente eso era cierto

Se te paso la locura? Empecé la pregunta mientras abría la puerta de la habitación y la cerré sin prestar atención a la respuesta. La busque con la vista y no la encontré. Escuche la ducha en el baño y entendí que se estaba bañando. Prendí el televisor y espere.
Salio del baño envuelta en una toalla, con otra puesta como un turbante blanco en la cabeza. Repetí la pregunta con la mirada fija en el televisor.
Sí, pero igual tengo razón, me contestó.
Bueno me alegro porque si nos ponemos locos los dos, perdemos... los dos. Me entendes Mónica? Supuse que entendía porque no dijo nada.
Se vistió con lo mismo que tenia puesto un rato antes y se sentó en la cama, del otro lado, intentando no mirar el televisor.
Cuantas veces te dije que no tenias que aparecer vos? Abrí de nuevo la conversación, con un tono mas calmado pero sin despegar la vista del televisor. No tuve respuesta. En la televisión una persecución de autos en el noticiero llenaba la habitación de sirenas y relatos policiales. Si me hubieras hecho caso todo sería distinto. Sume mi idea a los sonidos que poblaban la habitación. De pronto se levanto de la cama y me enfrento. Con el pelo mojado y la cara lavada se paro delante mio y bajo la vista hasta encontrarse con mis ojos. Subiéndose el bretel del vestido me miro fijo y escupió algo que seguramente venia pensando desde la ducha.


Me había hablado montones de veces de una prima que vivía en Buenos Aires, de lo amiga que eran cuando chicas, de lo importante que había sido en su vida, de las vacaciones juntas, de los novios, los amigos…pero fundamentalmente del marido de la prima. El tipo era empresario, fabricaba autos, en realidad por lo que me contó Mónica hacia autopartes. Eso lo deduje yo, porque ella no lograba entender cual era la diferencia entre fabricar autos y hacer sus partes. El marido de la prima tenía mucha plata, muchos autos, muchos viajes, muchos departamentos, algunas amantes y ahora también una posibilidad muy próxima de ser Diputado . Eso lo averiguo Mónica y lo corroboré yo, lo de las amantes digo. Al parecer el tipo tenía debilidad por las chicas jóvenes, mientras mas jóvencitas mejor. Sacamos unas fotos, lo seguimos un par de veces y le mandamos las muestras de lo que habíamos conseguido a su oficina. Un sobre prolijito, llevado por un cadete desconocido, con la etiqueta impresa…un trabajo profesional. Lo llamamos al rato, hable yo, directamente a su celular. 500.000 dólares o salís en los diarios. De esa forma se podría resumirse la conversación. Me insulto, lo deje que se descargara, lo espere al teléfono y después entendió la situación. Quería pagar menos. Como todo tipo de guita era una rata, mientras mas tienen menos quieren entregar. Cerramos en 300, decidimos donde se haría la entrega y pusimos la hora.
Llegue un rato antes para asegurarme de que nadie nos estuviera esperando. La plaza estaba desierta, eran más de las 12 de la noche y mas allá de que fuera invierno era una noche especialmente fría. La llovizna invadía cada espacio, inclusive debajo de mi sobretodo, se colaba gélida. Me baje del auto ,que había alquilado, apenas lo vi aparecer y acercarse a la calesita que le había marcado como lugar de reunión. Llame su atención desde lejos para cambiar el lugar hacia el otro lado de la plaza, justo al lado de la estatua del oso. Se acerco y antes de darme el bolso con la plata intento verme la cara. El pasamontañas es un artículo de primera necesidad para un tipo como yo en una situación como esta. Abrí el bolso, mire, revise lo mejor que pude, luego tendría tiempo de contar; igualmente confié, porque al final de cuentas, estábamos haciendo un negocio entre caballeros. Le di sus fotos, la tarjeta de memoria con las imágenes y los datos suyos que tenia. Estiró la mano fuera del saco, guardo todo y me miró de nuevo. Seguramente pensaba en vengarse pero todavía no sabia como. En la despedida estábamos cuando me sorprendió la forma en que miraba de costado ,sobre mi hombro, tratando de creer que era cierto lo que veía. Mónica? Grito preguntando. Mónica, sos vos?. Siguió gritando. Me di vuelta porque no entendía, aunque en realidad sabía que no quería entender. Ahí estaba Mónica tratando de subir el vidrio del auto para que el marido de su prima no se diera cuenta de que ella estaba detrás de todo esto. Inútil el intento, inútil Mónica.
Corrí hacia el auto, me subí desesperado y salimos disparados por la autopista.

Si yo no te hubiera dado el dato de Rubén, no tendrías esa plata ahora, seguirías robándole a los borrachos, seguirías siendo el mismo fracasado!! Me gritó casi llorando.
La miré desde abajo, sentado en la cama, y no pude evitar hablarle pausadamente.
Escuchame idiota, si no te hubieras asomado por la ventana para ver que pasaba, nadie sabría que tengo esa plata, nadie sabría quien soy, con quien estoy, quien sos vos...no te das cuenta que ahora van a llegar a vos y después a mi?
Me levante y la hice a un lado con la mano, seguí caminando y levante el volumen del televisor. Seguramente no sabe quien soy, Rubén es un boludo. Se justifico.
No podía creer que ella aún después de escuchar como el tipo la llamaba por su nombre estuviera convencida de que él, Rubén, no sabia quien era.
Metí la mano en el bolso buscando los cigarrillos que había dejado dentro. Hacia tiempo que ya no fumaba pero me tranquilizaba saber que estaban ahí. Movía la mano buscando mientras le explicaba que si el tipo grito su nombre era porque la había visto, no porque soñara con ella.
La mano no podía encontrar los cigarrillos. La puta madre. Con los dedos toque la 9 mm. Y me di cuenta instantáneamente de que la solución estaba ahí.
Que haces? Estas loco? Deja eso ahí…tampoco es para tanto. Dijo Mónica Temblando
Subí el volumen del tele, dale, movete. Le ordené mientras la amenazaba con la pistola.
Ya casi no podíamos escucharnos, había puesto el televisor a su máxima potencia.
Le apunte al pecho. Me miro con los ojos escapándose de su cara.
Que vas a hacer? Pregunto temblando.
Sos tan bruta que ni de esto te das cuenta…le dije riéndome. Ya se que fue excesivo, más aún en un momento así, pero las palabras me brotaron desde el alma.
Sabes una cosa?. Le dije, aunque no pudiera escucharme por los gritos del televisor. Ahora si queres gritar, gritá...
Uno, dos, tres... tiros. Se cayo lentamente sobre la cama. Los ojos abiertos, una mano que por un segundo se negaba a morirse del todo. Levante el bolso, baje el volumen del televisor y abrí la ducha.
Voy a devolver el auto y vengo!! Grité fuerte desde la puerta abierta del departamento para que los vecinos escucharan.
No le abras a nadie, cuidate.!!