miércoles, 21 de enero de 2009

Ludovica

Ella hojeaba un libro de paginas gruesas, muy blancas, que parecían haber sufrido el efecto de la humedad porque estaban onduladas como esos papeles viejos secados al sol. Desde mi mesa, justo detrás de ella, solo podía verle la espalda y la pagina izquierda del libro. Montones de letras en procesión de hormiga.

Vos la del horóscopo chino! Si, vos. Te estoy viendo, desde mi mesa, atrás tuyo…
Cerrá esa página de la rata, de la relación entre el mono y el tigre y lo que espera al chancho este año…
Casi le grito. Pero nó

La miré un rato largo y pareció darse cuenta. Giró la cabeza hacia la izquierda y casi me encuentra la mirada. Preferí seguir mirando mi vaso un rato más.

Ahora se reía. Seguramente era por un mensaje de texto porque ese libro no podía ayudarla en eso. De pronto se levanto y marco el libro con un sobre de azúcar. Se paro delante de mi mesa y me pregunto cual era el problema. Problema? Ninguno. Porque? Le dije.

Se fue. Giró como un relámpago y salio por el pasillo del bar. Arriba de la mesa el libro marcado con el azúcar. Espere un rato para ver si volvía, no quería que me interpretara mal otra vez, no quería darle motivos.

No volvió. Antes de irme me acerque a la mesa y abrí el libro en el capítulo que estaba marcado. CERDO, decía.

Hay pensamientos y pensadores. Los primeros vuelan porque los otros les dan alas.

Hijo de Puta

En la pared de la estación estaba claro que nadie me quería en el barrio. Morite! Traidor! Hijo de puta! Y otras cosas que no me detenía a leer ya. Era una decisión que había tomado y ahora tenia que cargar con las consecuencias. Después de todo, lo importante era saber si podría soportarlo. Solo eso. Mi vieja me decía unos días antes. Estas seguro? Es la gente que vemos todos los días, son nuestros vecinos…
No quise pelearme con ella, pobre vieja, por eso no le conteste nunca. Ella cumplía con decirme sus temores y al mismo tiempo sabía que yo iba a hacer lo que quisiera. Su conciencia estaría tranquila.
En la calle las cosas no eran mejores, la mayoría me negaba los ojos para el encuentro casual y alguno se atrevía a gritarme. Escuché “basura”, “Cagador”, “muerto” y hasta algún desubicado que me trato de “puto”.
Unos días antes, por las noches, no podía parar de dar vueltas en la cama. La cabeza pensando y pensando, estaba seguro de que no podría llevar el peso de esa decisión. Sin embargo anteayer me levante resuelto a hacer lo que hice.
Los que escribían las paredes, los que me insultaban, los que me quitaban el saludo o me negaban la mirada que sabían de mi? Nada. Creían que sabían! Y ellos que me dieron? Me dieron nada, me dieron palmadas, gracias, saludos, palabras…me dieron nada.
Llegando a casa me habían puesto un pasacalles enorme de vereda a vereda. “Gimenes Hijo de Puta – Tus amigos” estaba lindo, aunque un poquito flojo en arte y en el hecho de que mi apellido estaba escrito con S. la vieja estaba como loca. Viste eso? A vos te parece? Hace 20 años que vivimos acá, nunca tuvimos problemas con nadie…a tu papá, que en paz descanse, lo querían todos acá. Yo te dije, yo te dije!
A papá, que en paz descanse, lo querían todos porque no existía, daba todo y no pedía nada. Lo querían todos como te pueden querer en un barrio como el mío, en una ciudad como la mía, te quieren por lo que te pueden sacar.Le contesté.
Me fui hasta la pieza y cerré la puerta con llave. Abrí el bolso, saque la ropa sucia, transpirada y la puse a un costado. Busque mas abajo la bolsa que había guardado entre las medias.
Del otro lado de la puerta mi vieja seguía con el discurso, el barrio, los vecinos, ella, papá.
Abrí despacio y me la encontré de frente. Tomá, agarrá. Abrió las manos, le di la bolsa y mientras me miraba, sus manos desataban el nudo. Sacó 10 fajos de billetes, eran 100.000 mangos. Los tenía en las manos pero se las miraba como si no fueran de ella.
No la dejé emitir sonido y así shockeada como estaba la arrebaté con palabras.Cambié el cheque del pase. Ahora que me decís? Hice bien en cambiarme de club?... Vamosnos a la mierda de acá, que estos boludos sigan escribiendo las paredes de esta mugre que los vamos a ver en los noticieros cuando salgan matándose entre ellos.
Pedimos un remis, de otro barrio claro. La vieja juntó sus cosas, un par de bolsos; yo lo mío, otro tanto. El tele chiquito, algunas fotos. La de papa, descanse en paz, también y esperamos a que llegara el auto. En silencio, casi a oscuras.
Guardamos todo y subimos al remis que arrancó hacia la autopista. No había hecho mas de una cuadra cuando mi vieja le pidió al chofer que parara un minuto. Detuvo el auto en la esquina y mi vieja bajo el vidrio de su lado. Asomó la cabeza y tomando fuerza gritó “muertos de hambre!!!!!”.
El auto siguió camino.

lunes, 19 de enero de 2009

Cuarta Fase

La cara contra el piso, los hombros sobre el pasto, la cadera arriba como tratando de empujar el cuerpo para que se lleve la tierra por delante; las piernas flexionadas, esperando. Adelante, también en el piso, caídos, 3 o 4 compañeros. Casi abajo, amontonados. Las manos libres, las mías, para eso la cabeza en el piso, por eso los hombros apoyados. 5 o 6 metros faltan.
Pongo una mano en el suelo para poder ver más allá del barro. Todo se mueve, los otros se mueven. Me gritan de la derecha, miro como puedo y siento que el tiempo se agota. 5 o 6 metros faltan. Escucho esa misma derecha y veo que tengo compañía. Me despego del piso hacia adelante y las piernas entienden que tienen que empujar o morir. Salgo hacia el frente por ese costado, apenas separado de los que están caídos, 5 o 6 metros faltan. En cuanto me despego unos centímetros me enderezo lo suficiente para no estar parado y sin embargo correr y avanzar. Se ve la línea, entre algunos cuerpos que se acercan y no alcanzo a distinguir, son colores, son obstáculos. 2 o 3 metros se mueren bajo mis pies, la cabeza calcula y me devuelve la idea de que si acelero mas, si empujo mas, si salto hacia adelante entre esos dos obstáculos azules habremos llegado. Corro, me chocan en la cadera, o por ahí, pero alcanzo a mantener el rumbo, la mirada fija, los ojos no ven más, intento seguir para saltar ese metro infame y mi hombro se sacude con la humanidad frustrante de un tipo de azul. De atrás siento que me empujan y avanzamos multiplicados para terminar desparramados en el suelo pero detrás de la línea esa que 5 o 6 metros antes estaba al otro lado del mundo. La pelota sigue entre mis manos, debajo de mi pecho, apretada contra el piso; try escucho. Try!

lunes, 5 de enero de 2009

5

Esperaba que llegara el avion. Mientras, mataba minutos con los ojos, mirando por la ventana. Afuera el viento sacudia el pasto aun sin cortar. asfalto, pasto, asfalto, pasto y unas pequeñas luces azules que marcaban el comienzo del fin de cualquier viaje. O el principio de todos segun se viera.
Esperaba que llegara el avión. El pasaporte en la mano, un ticket en el bolsillo, un bolso en el piso, una mochila en la silla, mil razones para seguir esperando en la cabeza.
Esperaba que llegara el avión. Siempre se atrasan, es así. No esta atrasado? estoy demasiado ansioso? Esta bien...me siento de nuevo y espero. Gracias. 20 minutos me dijo? Gracias, queria estar seguro.
Esperaba que llegara el avión. No me gusta esperar, nunca me gusto.
Esperaba que llegara el avión. Llegó? es ese? Fantastico!!...fila 16 tengo. Primero suben las familias con niños? Ok, espero, claro. Puedo esperar acá? Gracias. Ya está, ahora si? Perfecto. Perfecto. La manga es larga, de acá saldría un buen chiste...pero no importa, sigo porque tengo que subir al avión. Fila 16...B. Acá es. Permiso, permiso. Listo, abrocho cinturón. Todo listo...
Ahora si. Espero que llegue... mi avión.