jueves, 3 de febrero de 2011

23°13´00" S 44°43´03" O

Si el pasado estuviera vivo me lo habría cruzado entre los adoquines de Paraty. Ahí mismo, sobre esas mismas piedras, recorriendo las calles aveces rectas, aveces torcidas, siempre falleciendo al borde del agua. El pasado, ese que imaginamos, que leímos, que vimos en el cine. La pintura del paisaje de una pequeña ciudad de ensueño, transpirando al borde del mar, apenas separada de la mata atlántica por un suspiro de ladrillo y adobe. Las callecitas se recorren mansas, los balcones se asoman, las puertas de colores saludan, las paredes se ponen firmes contra el verde y las veredas se extinguen a los pocos pasos. Paraty es un museo a cielo abierto apenas protegido por una cúpula invisible que le puso pausa al tiempo. No hay consejos para disfrutarla, quizás el único posible seria elegir el mejor banco de la plaza mayor, enfrentando la iglesia mas grande, mirando de reojo el puente que se atreve con el río marrón que baja de las montañas y sentarse ahí por un buen rato. Hasta que el futuro llegue o el pasado se cruce de nuevo. Lo que suceda primero.