viernes, 27 de febrero de 2009

Ya no me preguntes

Sabes que? Le dije tratando de no herirlo con mi respuesta. Ya no me preguntes más. Sabes que pasa? Como le explicas a alguien que hay algo bueno en que te golpees, en que te pisen, que te peguen y que las rodillas se claven en el piso y los pies te duelan. Que haya tipos que quieran voltearte para que no te levantes más y a vos no te importe. Quien puede entenderte cuando el agua te hace arder las raspaduras cuando la cal te seca la boca y te irrita los ojos, cuando los dedos se sostienen solo con cinta, cuando las piernas te pesan pero igual tu cabeza te pide correr. De que forma puede entender alguien que después de caerte te levantes para volver a caerte un poco mas allá y así continuar sin final. De que forma se comprende que te dé lo mismo que haya sol o que este lloviendo, que sea de noche o de tarde, que haga tanto frío que no puedas calentarte o que no encuentres la forma de sacarte el calor de encima. Que la transpiración te tape los ojos y moje hasta los pies. Como podrán compartir el hecho de que no te importa golpearte una vez más y que cuando ya no puedas caminar, con lo único que sueñes sea volver ahí.
Entonces entendés porque no quiero que me preguntes más? No sabría como explicarte, no encontraría la forma de hacerte entender …ni vos podrías comprender… porque juego al rugby.

Mujeres

Siempre tuvo la fantasía de que cuando saltaba del barco la podíamos abandonar. Era absurdo porque no teníamos una razón para hacerlo y no creo que hubiéramos podido convencer al marinero.

Ahora cuando paso por ese lugar, camino a la isla, recuerdo la anécdota con una sonrisa.
El viaje siempre es el mismo, salimos temprano desde la playa para dar vuelta la península, pasar por el frente de la ciudad y sus casas, brotando de las laderas verdes de las montañas. Desde ahí nos internamos mar adentro, serpenteando entre algunos islotes en el mar turquesa, para llegar a la isla un rato mas tarde.
El sol siempre invita a saltar.
Sabias que la ultima vez que se lanzó al agua nos fuimos? Ella sonríe sin creerme.
Le sostengo la mirada y entonces su cara se pone más rígida, sus rasgos cambian, sus músculos se tensan porque ahora ya no sabe. Estoy mintiendo?
Vas a saltar? Mi pregunta llega en un mal momento y la pongo en un aprieto. No tenías calor? Eso dijiste recién. Insisto. Me mira buscando que desista en mi propuesta pero no hay posibilidades de que cambie de opinión. Sonrío y me doy vuelta dejándola con sus pensamientos.

Ella también tuvo siempre la fantasía de que cuando saltaba del barco la podíamos abandonar. Era absurdo porque no teníamos una razón para hacerlo y no creo que hubiéramos podido convencer al marinero. O… sí?