miércoles, 26 de enero de 2011

4°57´01" N 73°26´35" E

Mi mamá siempre me pregunta: A que lugar volverías si pudieras elegir? y siempre le contesto lo mismo. A TODOS los lugares que ya fuí. Estoy convencido de que no hay lugares que no merezcan ser visitados, estoy seguro de que no existe en este planeta un lugar que no tenga algo que te deje una sonrisa, un pensamiento o una imagen para siempre. Por eso siempre le respondo igual, pero ella de tanto en tanto me sigue preguntando, obstinada en ver si encuentra un atajo al lugar mas hermoso. Entonces siempre me quedo pensando y me doy cuenta que mi respuesta es la correcta, sin embargo, no se lo cuenten, me gustaría volver a un lugar bastante particular. 12 metros bajo el agua del oceano indico, tan luminoso y transparente como un cuarto de cristal, una corriente intensa que sopla firme como el mejor de los vientos, asomado a un acantilado que de tan profundo no deja ver el final, apenas agarrado de unas piedras mirando como pasan, van y vienen, lentamente, majestuosa y felinamente un grupo de tiburones de arrecife que nos observan de ida y de vuelta a menos de 3 metros de distancia. Puedo ver las burbujas de los que me acompañan, salir de sus reguladores atolondradamente, respirando tan intenso y tan nerviosos. Un lugar con tanta vida y tantos colores pide a gritos una segunda vez.

29° 57' 29" N 90° 04' 00" O

La culpa la tuvo Faulkner. Si no hubiera leído sus historias nunca habría llegado hasta acá. Faulkner tiene por costumbre hacerte eso, te hace entrar despacito, sin que te des cuenta y para cuando abris los ojos ya no podes salir. Estas adentro y empezas a preguntarte un montón de cosas que no tienen respuesta.
Culpa de Faulkner llegué acá. Y gracias a Faulkner me acordé de todo lo que me había dicho Twain, porque ese también tiene lo suyo...por más que te hable de otros lugares el sureste de estados unidos cuando lo miras de lejos te parece todo lo mismo...y cuando te acercas tambien.
Asi que por culpa de dos tipos me puse a recorrer el French Quarter, me subia al tranvía que te pasea por la ciudad como si fuera un viaje de 100 años atrás, me maraville de los balcones, de las plantas y las casas tan especiales que dejaron los franceses y los ingleses supieron mantener. Me llegue al puerto sobre el río enorme y despues pasee por el missisippi hasta llegar a una plantación de esas que solo veías en Valle de Pasiones.
Nueva Orleans valió el viaje. Debería agradecerle a Faulkner, debería agradecerle a Twain...