Hace unos dias me preguntaron. Si te digo "rugby" que es lo primero que se te viene a la cabeza? Pensé un minuto largo, revolviendo en mi memoria y de ahi saqué un compendio de frases hechas y situaciones límites, de caballerosidades y sacrificios y cosas por el estilo; sin embargo un rato mas tarde cuando me quede solo en la mesa me avergonzé de no haber dicho la verdad. La primera anecdota que me llega como un flash a los ojos, cuando me hicieron esa pregunta, fue una que tenía mezcladas las sorpresa y la decepción, sin embargo si soy sincero lo único que queda es una sonrisa.
En un año que no podría precisar pero en tiempos en que este deporte era menos organizado supimos tener un jugador nuevo, un muchacho del interior que era suboficial del ejercito y estaba en Cordoba destinado por el ejercito. Era prolijo como jugador, cumplidor y no faltaba nunca. Jugaba en reserva, de forward, si mal no recuerdo. Ese domingo, el de la anecdota, el partido de reserva estaba por empezar y el no llegaba, todos estabamos realmente extrañados preguntandonos que podria haberle pasado. Primero había incertidumbre, despues preocupación y finalmente afloraron las puteadas. El partido se jugo igual, no recuerdo el resultado, pero cuando termino seguia la incertidumbre ya matizada entre la bronca y la extrañeza. El martes por la noche cuando llegue a entrenamiento los comentarios me recibieron primero. Sabes porque no vino a jugar el Teniente Sosa? Como no supe que contestar me encogí de hombros y entre risas absurdas me dijeron...porque lo metieron preso!! nosotros esperandolo para jugar y el tipo le sacude un tiro a un conscripto!! te imaginas?. lo metieron preso...y claro, dificil que pudiera llegarse a la cancha. Me quede callado y le dije a al Negro. No, no me lo imagino...ahora el hijo de puta podria haber esperado!! entraron 14 a la cancha en ese partido!! El Negro me miró sonriendo y seguí de largo para encontrar el poste de luz que iluminaba la mitad de la cancha.
relatos cortos, historias, ideas, pensamientos, cuentos, breves
miércoles, 24 de junio de 2009
martes, 23 de junio de 2009
Un Tiempo Mas
Despues del partido y cuando el tercer tiempo se extinguía atravesado de punta a punta por el frio de la tarde que nos caía encima solo quedabamos cuatro o cinco en el quincho. Estabamos hablando siempre de lo mismo, la anecdota que surgia de algun tackle, la pelota que se habia caido de las manos de alguien en el momento justo y cosas por el estilo. Los pocos que seguiamos sosteniendo la llama de esa charla estabamos sentados sobre la mesa como si hubieramos avanzado hasta un punto donde la reunion era inevitable. Las risas iban y venian pero uno de nosotros estaba enfrascado en una busqueda ,hasta el momento infructuosa, en su bolso. Jorge revolvía y revolvía sacando ropa sucia, vendas usadas, botines, tapones sueltos y cosas por el estilo; hasta que levantando la mano como si hubiera llegado primero en una maraton olímpica sacudió un papel en el aire. Lo miramos como quien mira una pagina escrita en un idioma extraño y esperamos que explicara.
Te prometí que iba a encontrarlo. Dijo mirandome. Busqué por todos lados en mi casa, sabía que lo tenía y ahora cuando no lo encontraba adentro del bolso me quería matar...aca está. La nota esa que te conté, la que escribió el viejo, la que habla de los tres tiempos del rugby.
Por ser el objeto de la explicación yo estaba mirando y escuchandolo pero los demas sumaron sus atenciones cuando empezó con la historia de los tres tiempos del rugby. Algo que parecía obvio quizas no lo era tanto o al menos todos queriamos saber que había detras de semejante definición. Se lo preguntó el Pildora. Te leo y vemos que opinas. desafió Jorge. Así es que desdoblo el papel y se puso a leer con la misma pausa que ponía en la cancha.
"Primer tiempo: es el periodo que los jugadores le dedican al juego durante la semana.
Normalmente abarca dos prácticas luego de los horarios de trabajo y/o estudio.
El sentido de estas prácticas se halla resumido en dos puntos fundamentales:
1- la oportunidad de encontrarse con los amigos
2- Ponerse de acuerdo entre todos los jugadores y bajo la guía del encargado del equipo, sobre el juego que se pretende desarrollar en el próximo partido. Como se ve el desarrollo físico no forma parte de los objetivos principales de las practicas, aunque si tienen un lugar complementario que puede incluso realizarse en forma individual, de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada jugador. Este primer tiempo es el del encuentro semanal, el de las correcciones y de las expectativas. Este primer tiempo tiene lugar tanto en la cancha de entrenamiento como en el vestuario durante una charla de equipo y como en el bar donde entre trago y trago se habla libremente del juego. Un buen “primer tiempo” es la base para construir un verdadero equipo"
lo interrumpió Juan preguntando de que tiempo hablaba si ultimamente lo único que hacian todos los benditos martes, miercoles y jueves era correr...correr y correr. Jorge lo miró como si fuera a contestarle pero prefirió seguir leyendo mientras un pedazo de pan volaba desde la otra punta de la mesa para pegarle en un ojo a Juan.
"Segundo tiempo: El partido en si mismo.
Es el momento mas esperado por todos durante la semana. Es el tiempo de máxima diversión, pero también es el tiempo del desarrollo del carácter del autocontrol y del sentido del equipo. Durante un partido de rugby tienen lugar condiciones de adversidad que aprendemos a sortear, por ejemplo el sentir temor no es algo malo en si mismo, lo interesante es lograr vencerlo y esto ocurre frente al tackle, a una pelota de aire o cuando se para un dribblling.
La condición más importante para encarar este segundo tiempo del rugby es la actitud mental. Con una correcta actitud mental hacia el juego, con seguridad se alcanzara el éxito, el que no necesariamente esta medido en términos de un resultado, sino mas bien, en el placer que nos reporta el haber jugado, dándolo todo por el equipo y respetando a los compañeros, adversarios y referí. El “segundo tiempo” es el tiempo de la “batalla del rugby”, que solo tiene sentido que se realice si los que participan de ella son gente educada para llevarla a cabo dentro de sus principios y tradiciones."
ahora el que interrumpia era el Corcho. Viste Cuco que es normal que tengas miedo y te borrés siempre!! se despacho mientras todos rompimos el aire a carcajadas. Corcho se metió un poco mas en su personalidad esquiva y empezó a balbucear venganzas que no tenian sentido.
Jorge se aclaro la garganta con un vaso de fernet y pidió silencio para seguir.
"Tercer tiempo: para muchos y no sin razón es el más importante de todos.
Es el tiempo del reencuentro con los oponentes y el árbitro, luego de la “batalla”. Es el tiempo del agradecimiento mutuo por haberse ayudado a disfrutar del juego. Es el tiempo del reconocimiento por alguna falta cometida y el momento de limar asperezas. Es el tiempo de las celebraciones, los tragos y los cánticos.
Cuando jugamos en casa debemos atender a nuestros visitantes ofreciéndoles todo nuestro calor de hombre de rugby. Cuando visitamos a otro club debemos aceptar lo que nos ofrecen. En el tercer tiempo conocemos a la persona que encierra el jugador con el que acabamos de competir duramente. Así se forjan lazos de amistad que duran para siempre. No participar del tercer tiempo es no haber entendido el juego, por mas grandes que sean las condiciones exhibidas durante el partido, mas aun, no se habrá gozado del verdadero rugby.
Durante el primer y segundo tiempo nos preparamos para ser “jugadores de rugby” y en el tercer tiempo completamos nuestra formación para ser verdaderos “hombres de rugby”
Termino de leer y no hubo aplausos solamente algunas ideas flotando. Hasta que la mistica se quebró en mil pedazos cuando Trillo desde el fondo dijo. Ahora anda vos Jorge y explicale a mi novia que los fernet que nos estamos tomando son parte del trabajo de la semana!!!
Te prometí que iba a encontrarlo. Dijo mirandome. Busqué por todos lados en mi casa, sabía que lo tenía y ahora cuando no lo encontraba adentro del bolso me quería matar...aca está. La nota esa que te conté, la que escribió el viejo, la que habla de los tres tiempos del rugby.
Por ser el objeto de la explicación yo estaba mirando y escuchandolo pero los demas sumaron sus atenciones cuando empezó con la historia de los tres tiempos del rugby. Algo que parecía obvio quizas no lo era tanto o al menos todos queriamos saber que había detras de semejante definición. Se lo preguntó el Pildora. Te leo y vemos que opinas. desafió Jorge. Así es que desdoblo el papel y se puso a leer con la misma pausa que ponía en la cancha.
"Primer tiempo: es el periodo que los jugadores le dedican al juego durante la semana.
Normalmente abarca dos prácticas luego de los horarios de trabajo y/o estudio.
El sentido de estas prácticas se halla resumido en dos puntos fundamentales:
1- la oportunidad de encontrarse con los amigos
2- Ponerse de acuerdo entre todos los jugadores y bajo la guía del encargado del equipo, sobre el juego que se pretende desarrollar en el próximo partido. Como se ve el desarrollo físico no forma parte de los objetivos principales de las practicas, aunque si tienen un lugar complementario que puede incluso realizarse en forma individual, de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada jugador. Este primer tiempo es el del encuentro semanal, el de las correcciones y de las expectativas. Este primer tiempo tiene lugar tanto en la cancha de entrenamiento como en el vestuario durante una charla de equipo y como en el bar donde entre trago y trago se habla libremente del juego. Un buen “primer tiempo” es la base para construir un verdadero equipo"
lo interrumpió Juan preguntando de que tiempo hablaba si ultimamente lo único que hacian todos los benditos martes, miercoles y jueves era correr...correr y correr. Jorge lo miró como si fuera a contestarle pero prefirió seguir leyendo mientras un pedazo de pan volaba desde la otra punta de la mesa para pegarle en un ojo a Juan.
"Segundo tiempo: El partido en si mismo.
Es el momento mas esperado por todos durante la semana. Es el tiempo de máxima diversión, pero también es el tiempo del desarrollo del carácter del autocontrol y del sentido del equipo. Durante un partido de rugby tienen lugar condiciones de adversidad que aprendemos a sortear, por ejemplo el sentir temor no es algo malo en si mismo, lo interesante es lograr vencerlo y esto ocurre frente al tackle, a una pelota de aire o cuando se para un dribblling.
La condición más importante para encarar este segundo tiempo del rugby es la actitud mental. Con una correcta actitud mental hacia el juego, con seguridad se alcanzara el éxito, el que no necesariamente esta medido en términos de un resultado, sino mas bien, en el placer que nos reporta el haber jugado, dándolo todo por el equipo y respetando a los compañeros, adversarios y referí. El “segundo tiempo” es el tiempo de la “batalla del rugby”, que solo tiene sentido que se realice si los que participan de ella son gente educada para llevarla a cabo dentro de sus principios y tradiciones."
ahora el que interrumpia era el Corcho. Viste Cuco que es normal que tengas miedo y te borrés siempre!! se despacho mientras todos rompimos el aire a carcajadas. Corcho se metió un poco mas en su personalidad esquiva y empezó a balbucear venganzas que no tenian sentido.
Jorge se aclaro la garganta con un vaso de fernet y pidió silencio para seguir.
"Tercer tiempo: para muchos y no sin razón es el más importante de todos.
Es el tiempo del reencuentro con los oponentes y el árbitro, luego de la “batalla”. Es el tiempo del agradecimiento mutuo por haberse ayudado a disfrutar del juego. Es el tiempo del reconocimiento por alguna falta cometida y el momento de limar asperezas. Es el tiempo de las celebraciones, los tragos y los cánticos.
Cuando jugamos en casa debemos atender a nuestros visitantes ofreciéndoles todo nuestro calor de hombre de rugby. Cuando visitamos a otro club debemos aceptar lo que nos ofrecen. En el tercer tiempo conocemos a la persona que encierra el jugador con el que acabamos de competir duramente. Así se forjan lazos de amistad que duran para siempre. No participar del tercer tiempo es no haber entendido el juego, por mas grandes que sean las condiciones exhibidas durante el partido, mas aun, no se habrá gozado del verdadero rugby.
Durante el primer y segundo tiempo nos preparamos para ser “jugadores de rugby” y en el tercer tiempo completamos nuestra formación para ser verdaderos “hombres de rugby”
Termino de leer y no hubo aplausos solamente algunas ideas flotando. Hasta que la mistica se quebró en mil pedazos cuando Trillo desde el fondo dijo. Ahora anda vos Jorge y explicale a mi novia que los fernet que nos estamos tomando son parte del trabajo de la semana!!!
jueves, 18 de junio de 2009
Fragil
Si me hubieran dicho un tiempo atrás que estaríamos teniendo esta conversación no lo habría creído. Habíamos terminado de una manera extraña, los dos con cosas por decir que preferíamos mantener ocultas, los dos esperando que el otro dijera algo. Lo que ya sabíamos, de todas formas las culpas se repartían parejas y ambos teníamos tantas que ya no podíamos cargarlas.
Termine la discusión como siempre, sin empezarla siquiera. No hizo falta despedida aunque cruzamos saludos protocolares.
Entonces, después de todo este tiempo, me desconcertó que me llamara y me trajera de vuelta de un paseo mental por mis cosas por hacer en el que estaba enfrascado. La mire primero sin entender, todavía masticando alguna idea que trataba de no perder. Entonces no me quedo mas remedio que detenerme y preguntarle las formalidades de siempre. Las respuestas siempre venían acompañadas de una sonrisa y eso hizo que me mientras hablábamos no pudiera dejar de cuestionarme si era posible que la vida tuviera ese efecto en los rencores.
Me contó de su vida, los cambios, el trabajo, el futuro y a cambio le entregue la escasa información que me atrevía a revelarle; me di cuenta luego que probablemente mi mezquino comportamiento se debía a que simplemente no le creía.
Porque tanta sonrisa, porque tanta amabilidad, a que debíamos esa nueva y reluciente actitud? La respuesta supongo que estaba ahí dentro, en el mismo torbellino de cosas que me estaba contando, pero de tan rápido el giro no podía distinguirlo. Entonces cuando el intercambio de palabras, conceptos, refranes y deseos comenzó a morirse indefectiblemente cerré el dialogo entregando yo también una muestra de perdón y olvido. Hace unos días me acordaba de vos. Le dije. Podría haber esperado que me preguntara porque pero preferí obviar el tramite. No se como vino a mi cabeza algo relacionado a tu negocio. Agregué.
Entonces ella puso en su cara la sonrisa mas ancha que encontró y me dijo. No es mas mi negocio, me separé.
Del negocio? Pregunté.
De mi marido.
La conversación ya no tenía remedio, había naufragado en un mar de cuestiones que excedían lo que había sido un encuentro casual de dos personas que habían terminado lo suficientemente bien como para no odiarse pero lo suficientemente mal como para no hablarse mas. Entonces apure el elogio por la decisión y saludando apenas comencé a irme; como si estuviera cruzando un puente de cristal con zapatos de plomo…no quería quedarme del lado equivocado.
Termine la discusión como siempre, sin empezarla siquiera. No hizo falta despedida aunque cruzamos saludos protocolares.
Entonces, después de todo este tiempo, me desconcertó que me llamara y me trajera de vuelta de un paseo mental por mis cosas por hacer en el que estaba enfrascado. La mire primero sin entender, todavía masticando alguna idea que trataba de no perder. Entonces no me quedo mas remedio que detenerme y preguntarle las formalidades de siempre. Las respuestas siempre venían acompañadas de una sonrisa y eso hizo que me mientras hablábamos no pudiera dejar de cuestionarme si era posible que la vida tuviera ese efecto en los rencores.
Me contó de su vida, los cambios, el trabajo, el futuro y a cambio le entregue la escasa información que me atrevía a revelarle; me di cuenta luego que probablemente mi mezquino comportamiento se debía a que simplemente no le creía.
Porque tanta sonrisa, porque tanta amabilidad, a que debíamos esa nueva y reluciente actitud? La respuesta supongo que estaba ahí dentro, en el mismo torbellino de cosas que me estaba contando, pero de tan rápido el giro no podía distinguirlo. Entonces cuando el intercambio de palabras, conceptos, refranes y deseos comenzó a morirse indefectiblemente cerré el dialogo entregando yo también una muestra de perdón y olvido. Hace unos días me acordaba de vos. Le dije. Podría haber esperado que me preguntara porque pero preferí obviar el tramite. No se como vino a mi cabeza algo relacionado a tu negocio. Agregué.
Entonces ella puso en su cara la sonrisa mas ancha que encontró y me dijo. No es mas mi negocio, me separé.
Del negocio? Pregunté.
De mi marido.
La conversación ya no tenía remedio, había naufragado en un mar de cuestiones que excedían lo que había sido un encuentro casual de dos personas que habían terminado lo suficientemente bien como para no odiarse pero lo suficientemente mal como para no hablarse mas. Entonces apure el elogio por la decisión y saludando apenas comencé a irme; como si estuviera cruzando un puente de cristal con zapatos de plomo…no quería quedarme del lado equivocado.
viernes, 12 de junio de 2009
Tu Primo José
Sabes lo que me dijo el día que nos conocimos?
Ni idea… Te pregunto por tu trabajo? Habló de tus amigas, de tus ojos, de tu sonrisa, de tus ideas…?
No, peor, fue directo, casi obsceno…destruyo en 3 palabras una relación que podría haber llegado algo mas allá del primer sobrecito de edulcorante en nuestro primer café juntos…
Que te dijo Gabi? Contame…
Se presentó, nos sentamos en la mesa y antes de que pidiera mi capuchino me dijo su nombre y despues de decirme quien era, de donde me conocía y cosas por el estilo; le acercó un fosforo a mi mal humor cargado con nafta. "sabes que si hay algo que tengo...es onda”. lo dejé hablar, lo mire y le dije… pero conciencia de lo que decís, no!
Ni idea… Te pregunto por tu trabajo? Habló de tus amigas, de tus ojos, de tu sonrisa, de tus ideas…?
No, peor, fue directo, casi obsceno…destruyo en 3 palabras una relación que podría haber llegado algo mas allá del primer sobrecito de edulcorante en nuestro primer café juntos…
Que te dijo Gabi? Contame…
Se presentó, nos sentamos en la mesa y antes de que pidiera mi capuchino me dijo su nombre y despues de decirme quien era, de donde me conocía y cosas por el estilo; le acercó un fosforo a mi mal humor cargado con nafta. "sabes que si hay algo que tengo...es onda”. lo dejé hablar, lo mire y le dije… pero conciencia de lo que decís, no!
Tiro Bajo
Ese gordo es enorme, se mueve como si rodara pero llega a todos lados…
Dejamelo a mi que lo voy a buscar bien abajo, si le vas arriba estas liquidado. Se confió el sapo.
Abajo donde si no tiene cintura!! Me reí mientras me ponía el protector bucal de nuevo.
El arbitro llamo al segundo tiempo y cada uno volvió a su puesto en la cancha, que esa tarde estaba especialmente polvorienta, la sequía y el viento habían hecho que un polvo en suspensión flotara sobre el rectángulo sumiéndonos a todos en una extraña nube rojiza que no desaparecía nunca.
La salida fue larga al fondo y desde allá empezó a atacar el fullback, se coló entre las marcas hasta casi llegar a mitad de cancha, por ahí lo pararon en seco con un tackle de esos que están al borde de caerse del reglamento, sin embargo pudo dar la pelota. Nuestros forwards volvían del otro lado de la cancha después de haber quedado mal parados por la corrida del fullback de ellos. El que tomo la pelota avanzó apenas unos metros y cayó pesado, como si los pies se le hubieran olvidado en la linea de 22. Rebotó y en el mismo impulso pudo cubrir la pelota. Estaba ahí y como siempre no pudo evitar la tentación de anotarse con un penal de aquellos. El eléctrico saltó sobre ese rock que ya tenía forma de montaña y manoteo al medioscrum y a la pelota como si fuera un arquero de futbol cortando un centro. Varios gritos quejándose, insultos y dos trompadas lo recibieron del otro lado. En el mismo instante el arbitro pitó y marcó. Se levantaron todos y desde el piso el eléctrico empezó una discusión que ya estaba perdida. Fue penal? Preguntó gritando, desafiante como si la razón que estaba por invocar estuviera oculta en algún lado y todos estuviéramos por descubrirla. Penal, no…penalazo!!! Le grito en la cara. No hicimos ni dijimos nada porque era indefendible por donde se lo mirara, quizás si le hubiera puesto una amarilla le hubiéramos agradecido también.
Estábamos en las 5 nuestras y la posición era muy complicada, no quedaba mucho tiempo, ganábamos por 3 y seguramente la pelota se la iban a dar al gordo para que entrara con todo lo que se pusiera delante en el ingoal.
Se formaron para hacer alguna de esas jugadas de penal que se entrenan en la semana y nunca resultan en los partidos, frente al gordo pusimos al sapo que todavía seguía esperando la oportunidad para “atarle los cordones”.
Abrieron, dos pases y la pelota al gordo, que entró sesgado, ya habíamos salido todos a marcar y el sapo se lo encontró casi de frente. Trató de tomarle las dos piernas pero se hizo imposible por esas cosas que tiene la materia y la física. El gordo siguió avanzando como si nada hasta que el sapo ajustó el abrazo y lo tomó del pié. Eso le quitó velocidad y casi lo frena. Kike y el bañero lo agarraron arriba para terminar de doblarlo y devolverlo al lugar desde donde había venido. Se le cayó la pelota y desde algún lado ,que era difícil distinguir, se escucho el silbato del arbitro cobrando de nuevo.
Para nosotros ,pensé. Tackle alto, dijo. Lo queríamos matar. El sapo se levanto del suelo y se le paro al frente buscando una explicación. Alto que? Si le ate los cordones, gritó.
Tackle alto del señor, dijo apuntando acusador al bañero.
Nos fuimos otra vez hasta la linea del ingoal esperando la misma jugada otra vez. No nos equivocamos, el gordo de nuevo, enorme, macizo, rustico, lanzado con la pelota entre las manos a conquistar nuestro espacio. El sapo salió aún mas decidido y le comió los tobillos con sus brazos para que esta vez si, la mente dominara a la materia y esas piernas monolíticas se juntaran y trabaran en un mismo acto. Cayó pesado, inevitablemente y la pelota le explotó en el pecho saltando despavorida para un costado. Knock on. Pelota nuestra y partido casi terminado. El sapo se levantó del suelo y se sacudió la tierra sobradoramente, como diría Soriano, mientras le palmeaban la espalda y lo felicitaban camino hasta la punta para encontrarme y dandome un abrazo me dijo entusiasmado y excitado mientras hacia lo que podía para no escupir el protector…que te digo siempre Mono? Andale abajo!!!
Dejamelo a mi que lo voy a buscar bien abajo, si le vas arriba estas liquidado. Se confió el sapo.
Abajo donde si no tiene cintura!! Me reí mientras me ponía el protector bucal de nuevo.
El arbitro llamo al segundo tiempo y cada uno volvió a su puesto en la cancha, que esa tarde estaba especialmente polvorienta, la sequía y el viento habían hecho que un polvo en suspensión flotara sobre el rectángulo sumiéndonos a todos en una extraña nube rojiza que no desaparecía nunca.
La salida fue larga al fondo y desde allá empezó a atacar el fullback, se coló entre las marcas hasta casi llegar a mitad de cancha, por ahí lo pararon en seco con un tackle de esos que están al borde de caerse del reglamento, sin embargo pudo dar la pelota. Nuestros forwards volvían del otro lado de la cancha después de haber quedado mal parados por la corrida del fullback de ellos. El que tomo la pelota avanzó apenas unos metros y cayó pesado, como si los pies se le hubieran olvidado en la linea de 22. Rebotó y en el mismo impulso pudo cubrir la pelota. Estaba ahí y como siempre no pudo evitar la tentación de anotarse con un penal de aquellos. El eléctrico saltó sobre ese rock que ya tenía forma de montaña y manoteo al medioscrum y a la pelota como si fuera un arquero de futbol cortando un centro. Varios gritos quejándose, insultos y dos trompadas lo recibieron del otro lado. En el mismo instante el arbitro pitó y marcó. Se levantaron todos y desde el piso el eléctrico empezó una discusión que ya estaba perdida. Fue penal? Preguntó gritando, desafiante como si la razón que estaba por invocar estuviera oculta en algún lado y todos estuviéramos por descubrirla. Penal, no…penalazo!!! Le grito en la cara. No hicimos ni dijimos nada porque era indefendible por donde se lo mirara, quizás si le hubiera puesto una amarilla le hubiéramos agradecido también.
Estábamos en las 5 nuestras y la posición era muy complicada, no quedaba mucho tiempo, ganábamos por 3 y seguramente la pelota se la iban a dar al gordo para que entrara con todo lo que se pusiera delante en el ingoal.
Se formaron para hacer alguna de esas jugadas de penal que se entrenan en la semana y nunca resultan en los partidos, frente al gordo pusimos al sapo que todavía seguía esperando la oportunidad para “atarle los cordones”.
Abrieron, dos pases y la pelota al gordo, que entró sesgado, ya habíamos salido todos a marcar y el sapo se lo encontró casi de frente. Trató de tomarle las dos piernas pero se hizo imposible por esas cosas que tiene la materia y la física. El gordo siguió avanzando como si nada hasta que el sapo ajustó el abrazo y lo tomó del pié. Eso le quitó velocidad y casi lo frena. Kike y el bañero lo agarraron arriba para terminar de doblarlo y devolverlo al lugar desde donde había venido. Se le cayó la pelota y desde algún lado ,que era difícil distinguir, se escucho el silbato del arbitro cobrando de nuevo.
Para nosotros ,pensé. Tackle alto, dijo. Lo queríamos matar. El sapo se levanto del suelo y se le paro al frente buscando una explicación. Alto que? Si le ate los cordones, gritó.
Tackle alto del señor, dijo apuntando acusador al bañero.
Nos fuimos otra vez hasta la linea del ingoal esperando la misma jugada otra vez. No nos equivocamos, el gordo de nuevo, enorme, macizo, rustico, lanzado con la pelota entre las manos a conquistar nuestro espacio. El sapo salió aún mas decidido y le comió los tobillos con sus brazos para que esta vez si, la mente dominara a la materia y esas piernas monolíticas se juntaran y trabaran en un mismo acto. Cayó pesado, inevitablemente y la pelota le explotó en el pecho saltando despavorida para un costado. Knock on. Pelota nuestra y partido casi terminado. El sapo se levantó del suelo y se sacudió la tierra sobradoramente, como diría Soriano, mientras le palmeaban la espalda y lo felicitaban camino hasta la punta para encontrarme y dandome un abrazo me dijo entusiasmado y excitado mientras hacia lo que podía para no escupir el protector…que te digo siempre Mono? Andale abajo!!!
jueves, 4 de junio de 2009
No va a quedar asi
Me pegó de atrás. No lo ví, pero sentí el peso de la mano que me golpeo la nuca. Seco el golpe. Duro, buscando decirme algo, suponiendo que yo entendía. Si entendí. Eso era penal, pero que podía hacer si ya estaba ahí, o los dejaba que jugaran o hacia penal. Hice penal entonces y el arbitro tardo en cobrarlo, por eso la trompada…aunque seguramente hubiera ligado la trompada igual, esa u otra.
Supe que era el 5 porque me miró directo a los ojos cuando se hacia para atrás. Fijo me miraba como diciendo “si fui yo y que?” el arbitro cobro el penal pero no lo vio pegarme y como yo estaba debajo de muchos otros jugadores no pude reaccionar tan rápido como hubiera querido para devolverle la trompada por diez. Lo dejé ir porque el juego tiene esas cosas, tiene la oportunidad en cualquier lugar de la cancha, en cualquier instante. Lo podes encontrar y devolversela con intereses. La verdad es que lo busque todo el partido y nunca pude encontrarlo, se dio un partido abierto pero a la vez posicional y como nuestros puestos no coincidian no tuve la suerte de tenerlo a mano otra vez. Lo seguí por todos lados donde pude pero o la daba antes o yo tenía que volverme hacia otro lado o simplemente era tan franco nuestro encuentro que no daba para sacar una trompada que me pusiera fuera de la cancha con una roja directa.
Al menos me quedaba el consuelo de saber que es muy complicado jugar un partido sabiendo que en cuanto te descuides o quedes en el piso te van a pegar…bah…un consuelo absurdo pero era lo único que tenia. Como dije lo busque toda la tarde y no pude encontrarlo, todavía llevaba en la cabeza, literalmente, el puñetazo que me había dado y espere hasta el ultimo line para ver si pasaba cerca mio. Una tarde con suerte dispar, ganamos, pero no pude encontrarme con el 5 en ninguna parte.
Lo busque por toda la cancha, todo el partido y cuando sonó el silbato del final fui a buscarlo directamente, lo ubique entre todos sus compañeros y mientras se sacaba la cinta de los dedos se lo dije. Te busque por toda la cancha y no te pude encontrar. Se sonrió y sacándose el protector bucal me confió. Sabes lo feo que es jugar sabiendo que en cualquier momento te la van a dar?
Supe que era el 5 porque me miró directo a los ojos cuando se hacia para atrás. Fijo me miraba como diciendo “si fui yo y que?” el arbitro cobro el penal pero no lo vio pegarme y como yo estaba debajo de muchos otros jugadores no pude reaccionar tan rápido como hubiera querido para devolverle la trompada por diez. Lo dejé ir porque el juego tiene esas cosas, tiene la oportunidad en cualquier lugar de la cancha, en cualquier instante. Lo podes encontrar y devolversela con intereses. La verdad es que lo busque todo el partido y nunca pude encontrarlo, se dio un partido abierto pero a la vez posicional y como nuestros puestos no coincidian no tuve la suerte de tenerlo a mano otra vez. Lo seguí por todos lados donde pude pero o la daba antes o yo tenía que volverme hacia otro lado o simplemente era tan franco nuestro encuentro que no daba para sacar una trompada que me pusiera fuera de la cancha con una roja directa.
Al menos me quedaba el consuelo de saber que es muy complicado jugar un partido sabiendo que en cuanto te descuides o quedes en el piso te van a pegar…bah…un consuelo absurdo pero era lo único que tenia. Como dije lo busque toda la tarde y no pude encontrarlo, todavía llevaba en la cabeza, literalmente, el puñetazo que me había dado y espere hasta el ultimo line para ver si pasaba cerca mio. Una tarde con suerte dispar, ganamos, pero no pude encontrarme con el 5 en ninguna parte.
Lo busque por toda la cancha, todo el partido y cuando sonó el silbato del final fui a buscarlo directamente, lo ubique entre todos sus compañeros y mientras se sacaba la cinta de los dedos se lo dije. Te busque por toda la cancha y no te pude encontrar. Se sonrió y sacándose el protector bucal me confió. Sabes lo feo que es jugar sabiendo que en cualquier momento te la van a dar?
miércoles, 3 de junio de 2009
Mi Primera Vez
Había algo en él, algo que hacia que nosotros fuéramos distintos, no porque fuésemos menos sino porque inequívocamente ,él… era mas. Ahí estaba la clave como para que pudiéramos compartir sus proyectos e ideas sin sentirnos parte de una comparsa. Eso para mí era lo más importante porque si bien estaba inmerso en una organización tan vertical que a veces asfixiaba con él podía sentirme parte de algo en lo que yo también podía opinar.
Eran casi las 8 de la noche ese día cuando me encontré frente a frente con Gimenez, un soldado morochito que venía del chaco y no quería volverse porque había conocido las tres comidas diarias y el cepillo de dientes. Nos encontramos a mitad de camino entre el casino de oficiales y el puesto de guardia.
Lo vió? – me preguntó- recién estuvo y charlamos un rato, se acordaba de mi apellido y me preguntó si en el Chaco hacia este frío.
Gimenez estaba asombrado y me contaba la anécdota como si hubiera tenido la oportunidad de hablar con Dios. Era cierto, por otra parte, que no le pasaba todos los días que alguien de rango superior se acordara de su nombre y menos aún de su procedencia, más aún teniendo en cuenta que por sus facciones era un auténtico coya y no un hombre del litoral.
No, no lo ví. Para donde se fue? Le pregunté como si verdaderamente no estuviera interesado. Señalo le casino y cuando me fui pude ver que me seguía con la vista como si me encaminara a un encuentro cumbre donde un mortal como él no podía siquiera soñar estar.
En el casino estaban todos menos él. Nadie lo había visto entrar pero un par aseguraban que lo reconocieron a través de las ventanas cuando pasaba por el costado del edificio. Fui hasta el baño y me cercioré que así fuera. No estaba, parecía cierto entonces que después de saludarlo al tal Gimenez había pasado, sin detenerse, por el casino. Cuando ya estaba saliendo de nuevo al parque me tomo de un brazo el Teniente Randazzo. Me miró fijamente y solo me soltó cuando lo tomé con la otra mano y le puse la suya, con la que me estaba tomando, de vuelta junto a su cuerpo. Entonces me dijo. Disculpame, no me di cuenta. – y siguió hablando como si mi perdón estuviera garantizado- Vos lo estas buscando? Pasó por afuera y siguió para la enfermería, me parece. Y estudiando mi reacción se sintió en confianza como para preguntarme. En que andan? Yo puedo ayudar, sabes? Lo seguí mirando a los ojos unos segundos. Miré a los costados buscando posibles testigos y me acerque despacio a su oreja derecha. Estamos por voltear al gobierno, le dije y lentamente me retiré hacia atrás. Sonrió sin creerme, sonreí también yo. Lo palmee en el hombro y me escapé lo mas rápido que pude. Afuera la noche había llegado y un viento helado lo recorría todo haciéndolo áspero y un poco más duro que de costumbre.
El camino a la enfermería era una callecita asfaltada y con poca iluminación. El dibujo gris serpenteaba entre unos pinos enormes y al final se veía el edificio blanco que uno imaginaba un oasis en esa noche polar. Llegué a la puerta y golpeé un par de veces mientras me frotaba las manos tratando de recuperar algo de sensibilidad. Se escuchaban ruidos metálicos, pequeños sonidos de objetos que se chocaban y después el ruido de muebles que se arrastraban por el piso de mosaicos. La espera hacia mas difícil soportar el frío y volví a golpear con un poco menos de consideración. Mientras esperaba encontré el timbre en la pared pero le faltaba el botón. No tuve respuesta una vez más y dejando de lado cualquier rastro de consideración y educación me ensañe con la puerta obstinado en que me abrieran o la voltearía. Golpee y golpee, con las manos y también con los pies hasta que en medio del lío que había armado escuché que desde adentro me pedían paciencia.
Esperé y el frío se ensañó de nuevo con mis manos y mi cara. Tratando de encontrar alguna forma de que el marco de la puerta me protegiera del viento me puse de espaldas, bien pegado contra la puerta. En eso estaba cuando abrieron y me quede sin apoyo atrás.
Me saludo sorprendido un enfermero que tenia el pelo revuelto y los ojos desacomodados por la sorpresa. Lo miré preguntando que pasaba ahí dentro y no pudo explicarme nada coherente. Lo poco que entendí tenía que ver con el fútbol. Lo hice a un lado tratando de hacerlo sentir más incómodo aún. Mientras avanzaba por el pasillo empecé a ver camillas amontonadas, escritorios y sillas apilados en una oficina pequeña. Pasé la puerta y lo que debía ser la sala de espera estaba convertida en un salón vacío. Al fondo, contra un ventanal enrejado cinco muchachos más, entre enfermeros y médicos estaban parados mirándome fijamente esperando que hiciera mi movida.
No hay trabajo esta noche o en vez de entrar al hospital me fui al gimnasio? Pregunte.
Nadie habló, apenas unos movimientos absurdos, como si pudieran esconderse o explicar lo inexplicable. El enfermero que me había abierto y me seguía desde atrás se animó a hablar. Mas que nada por el frío, empezamos tratando de calentarnos y se fue haciendo mas y mas…- caliente. Agregué. Se miraron entre ellos y sin mirarlos me di vuelta y los amenacé con notificar todo a menos que hicieran lo que iba a pedirles.
En la enfermería no lo habían visto, en el fragor del partido de fútbol probablemente se había cansado de golpear y nadie lo había atendido. Perdíamos el tiempo con este grupo de irresponsables pero para algo iban a servir después. Los asusté un poco más y les dejé las instrucciones precisas. El enfermero que me había atendido fue tomando nota de todo lo que dije hasta que me dí cuenta, le arrebate el papel y me lo guardé en el bolsillo del sobretodo.
Si se enteran de esto en Buenos Aires voy a saber quienes son los buchones. Les dejé esa frase como para que la tuvieran en sus cabezas como una señal de peligro marcada a fuego.
Salí otra vez al viento miserable y me puse en camino a los dormitorios. Estaban detrás del hospital y quizás al no encontrar nadie que le abriera la puerta había seguido camino hasta allí. El camino estaba demarcado con ligustrines bajos y perfectamente simétricos demostrando el poco vuelo creativo y las limitaciones de quienes lo habían recortado.
En unos minutos estuve frente a la puerta y esperé a cerciorarme de que nadie me viera. Cuando estuve seguro, abrí la puerta y entré. No es que adentro estuviera cálido pero el solo hecho de no tener que soportar el viento me arrancó una sonrisa y se llevó también los botones del sobretodo. Las luces estaban prendidas a medias. Uno de los pabellones estaba iluminado mientras que el otro tenía todas las luces apagadas pero se robaba el reflejo que entraba por una de las puertas. Camine despacio, inconscientemente, como si estuviera preparándome para una sorpresa. A medida que iba acercándome al final del pasillo comencé a oir voces que venían de las duchas. Me acerqué mas despacio aún para confirmar que quienes estaban allí no eran parte del enemigo. Hablaban de la conveniencia de que se hiciera presente al otro día en Campo de Mayo, la mayoría no encontraba una razón para que la visita no se hiciera pero él parecía no estar convencido. Sabiendo que estaban reunidos los personajes que había salido a buscar, recompuse mi paso y decidido entre en escena. Al escuchar mis pasos se sorprendieron y se quedaron mudos repentinamente. Me miraron todos juntos como quien esta mirando la muerte a la cara. Las miradas me pararon en seco y no tuve mejor idea que sonreir. Dos o tres me trataron de pelotudo y se volvieron a seguir el debate. El coronel me vió llegar y me hizo un lugar en la banqueta donde estaban sentados. Los escuché atentamente un rato más sin atreverme a aportar nada, ya los había asustado lo suficiente.
Había pasado casi una hora y todos seguían discutiendo sin llegar a ponerse de acuerdo. Yo seguía escuchando y el Coronel se mantenía al margen fumando tranquilo. Cada tanto les decía que él haría lo que se decidiera allí ,que solo era, circunstancialmente, la cara visible de un movimiento que no conocía de hombres ni de fronteras. Los adulaba un poco y retomaban la discusión envalentonados. Esa era una de sus virtudes, agrandar boludos. Con la última pitada del cigarrillo pidió permiso para dar una idea y nos llenó del humo espeso de sus cigarrillos negros. Iría a Campo de Mayo porque era lo que hacía falta para precipitar las acciones que se venían. Si estábamos decididos a actuar ese era el momento. Teníamos que mostrar que la carrera había empezado y que nosotros estábamos dispuestos a ganarla. Terminó la frase y nos miro desafiante. Seguro de que estaba haciendo historia. Lo escuchamos atentos y todos estuvimos de acuerdo, por supuesto. Estuvimos conformes con la idea y Sauchelli quedo a cargo de los preparativos para el día siguiente. Nos saludamos y nos pusimos de acuerdo pra salir de a pares buscando no despertar sospechas.
La salída del Coronel a Campo de Mayo estaba prevista a las 6 de la mañana. Puse el despertador a las 5 aunque cuando sonó hacía rato que estaba despierto. Di tantas vueltas en la cama que casi estaba mareado. Las dudas me habían torturado toda la noche y me estaba cayendo a pedazos. Salí al pasillo de las habitaciones tratando como siempre de que nadie me viera, llegué hasta el telefono que estaba junto a la puerta de entrada. Dejé pasar a dos soldados de guardia que me saludaron somnolientos y marque el numero de la casa del Coronel. Mientras marcaba pensé en que podía despertarlo pero su voz me dejó claro que compartíamos el insomnio.
Me atendió firme y amable como siempre. No hizo falta que le dijera quien era pero si le extraño mi llamado. Fui directo al grano porque no tenía espacio para maniobras extrañas ni convenciones protocolares. Coronel. No vaya a Campo de Mayo. Lo están esperando para terminar con usted y con el proceso que lanzamos.
No tuve respuesta por un minuto larguísimo y al final de la agonía me dijo. Me imaginaba, sabe? No me pregunte porque. Pero me lo imaginaba. Se lo agradezco amigo.
Colgó y me dejó con el teléfono en la mano y el ánimo por el piso.
Esa fue la primera vez que no pude matar a Perón.
Eran casi las 8 de la noche ese día cuando me encontré frente a frente con Gimenez, un soldado morochito que venía del chaco y no quería volverse porque había conocido las tres comidas diarias y el cepillo de dientes. Nos encontramos a mitad de camino entre el casino de oficiales y el puesto de guardia.
Lo vió? – me preguntó- recién estuvo y charlamos un rato, se acordaba de mi apellido y me preguntó si en el Chaco hacia este frío.
Gimenez estaba asombrado y me contaba la anécdota como si hubiera tenido la oportunidad de hablar con Dios. Era cierto, por otra parte, que no le pasaba todos los días que alguien de rango superior se acordara de su nombre y menos aún de su procedencia, más aún teniendo en cuenta que por sus facciones era un auténtico coya y no un hombre del litoral.
No, no lo ví. Para donde se fue? Le pregunté como si verdaderamente no estuviera interesado. Señalo le casino y cuando me fui pude ver que me seguía con la vista como si me encaminara a un encuentro cumbre donde un mortal como él no podía siquiera soñar estar.
En el casino estaban todos menos él. Nadie lo había visto entrar pero un par aseguraban que lo reconocieron a través de las ventanas cuando pasaba por el costado del edificio. Fui hasta el baño y me cercioré que así fuera. No estaba, parecía cierto entonces que después de saludarlo al tal Gimenez había pasado, sin detenerse, por el casino. Cuando ya estaba saliendo de nuevo al parque me tomo de un brazo el Teniente Randazzo. Me miró fijamente y solo me soltó cuando lo tomé con la otra mano y le puse la suya, con la que me estaba tomando, de vuelta junto a su cuerpo. Entonces me dijo. Disculpame, no me di cuenta. – y siguió hablando como si mi perdón estuviera garantizado- Vos lo estas buscando? Pasó por afuera y siguió para la enfermería, me parece. Y estudiando mi reacción se sintió en confianza como para preguntarme. En que andan? Yo puedo ayudar, sabes? Lo seguí mirando a los ojos unos segundos. Miré a los costados buscando posibles testigos y me acerque despacio a su oreja derecha. Estamos por voltear al gobierno, le dije y lentamente me retiré hacia atrás. Sonrió sin creerme, sonreí también yo. Lo palmee en el hombro y me escapé lo mas rápido que pude. Afuera la noche había llegado y un viento helado lo recorría todo haciéndolo áspero y un poco más duro que de costumbre.
El camino a la enfermería era una callecita asfaltada y con poca iluminación. El dibujo gris serpenteaba entre unos pinos enormes y al final se veía el edificio blanco que uno imaginaba un oasis en esa noche polar. Llegué a la puerta y golpeé un par de veces mientras me frotaba las manos tratando de recuperar algo de sensibilidad. Se escuchaban ruidos metálicos, pequeños sonidos de objetos que se chocaban y después el ruido de muebles que se arrastraban por el piso de mosaicos. La espera hacia mas difícil soportar el frío y volví a golpear con un poco menos de consideración. Mientras esperaba encontré el timbre en la pared pero le faltaba el botón. No tuve respuesta una vez más y dejando de lado cualquier rastro de consideración y educación me ensañe con la puerta obstinado en que me abrieran o la voltearía. Golpee y golpee, con las manos y también con los pies hasta que en medio del lío que había armado escuché que desde adentro me pedían paciencia.
Esperé y el frío se ensañó de nuevo con mis manos y mi cara. Tratando de encontrar alguna forma de que el marco de la puerta me protegiera del viento me puse de espaldas, bien pegado contra la puerta. En eso estaba cuando abrieron y me quede sin apoyo atrás.
Me saludo sorprendido un enfermero que tenia el pelo revuelto y los ojos desacomodados por la sorpresa. Lo miré preguntando que pasaba ahí dentro y no pudo explicarme nada coherente. Lo poco que entendí tenía que ver con el fútbol. Lo hice a un lado tratando de hacerlo sentir más incómodo aún. Mientras avanzaba por el pasillo empecé a ver camillas amontonadas, escritorios y sillas apilados en una oficina pequeña. Pasé la puerta y lo que debía ser la sala de espera estaba convertida en un salón vacío. Al fondo, contra un ventanal enrejado cinco muchachos más, entre enfermeros y médicos estaban parados mirándome fijamente esperando que hiciera mi movida.
No hay trabajo esta noche o en vez de entrar al hospital me fui al gimnasio? Pregunte.
Nadie habló, apenas unos movimientos absurdos, como si pudieran esconderse o explicar lo inexplicable. El enfermero que me había abierto y me seguía desde atrás se animó a hablar. Mas que nada por el frío, empezamos tratando de calentarnos y se fue haciendo mas y mas…- caliente. Agregué. Se miraron entre ellos y sin mirarlos me di vuelta y los amenacé con notificar todo a menos que hicieran lo que iba a pedirles.
En la enfermería no lo habían visto, en el fragor del partido de fútbol probablemente se había cansado de golpear y nadie lo había atendido. Perdíamos el tiempo con este grupo de irresponsables pero para algo iban a servir después. Los asusté un poco más y les dejé las instrucciones precisas. El enfermero que me había atendido fue tomando nota de todo lo que dije hasta que me dí cuenta, le arrebate el papel y me lo guardé en el bolsillo del sobretodo.
Si se enteran de esto en Buenos Aires voy a saber quienes son los buchones. Les dejé esa frase como para que la tuvieran en sus cabezas como una señal de peligro marcada a fuego.
Salí otra vez al viento miserable y me puse en camino a los dormitorios. Estaban detrás del hospital y quizás al no encontrar nadie que le abriera la puerta había seguido camino hasta allí. El camino estaba demarcado con ligustrines bajos y perfectamente simétricos demostrando el poco vuelo creativo y las limitaciones de quienes lo habían recortado.
En unos minutos estuve frente a la puerta y esperé a cerciorarme de que nadie me viera. Cuando estuve seguro, abrí la puerta y entré. No es que adentro estuviera cálido pero el solo hecho de no tener que soportar el viento me arrancó una sonrisa y se llevó también los botones del sobretodo. Las luces estaban prendidas a medias. Uno de los pabellones estaba iluminado mientras que el otro tenía todas las luces apagadas pero se robaba el reflejo que entraba por una de las puertas. Camine despacio, inconscientemente, como si estuviera preparándome para una sorpresa. A medida que iba acercándome al final del pasillo comencé a oir voces que venían de las duchas. Me acerqué mas despacio aún para confirmar que quienes estaban allí no eran parte del enemigo. Hablaban de la conveniencia de que se hiciera presente al otro día en Campo de Mayo, la mayoría no encontraba una razón para que la visita no se hiciera pero él parecía no estar convencido. Sabiendo que estaban reunidos los personajes que había salido a buscar, recompuse mi paso y decidido entre en escena. Al escuchar mis pasos se sorprendieron y se quedaron mudos repentinamente. Me miraron todos juntos como quien esta mirando la muerte a la cara. Las miradas me pararon en seco y no tuve mejor idea que sonreir. Dos o tres me trataron de pelotudo y se volvieron a seguir el debate. El coronel me vió llegar y me hizo un lugar en la banqueta donde estaban sentados. Los escuché atentamente un rato más sin atreverme a aportar nada, ya los había asustado lo suficiente.
Había pasado casi una hora y todos seguían discutiendo sin llegar a ponerse de acuerdo. Yo seguía escuchando y el Coronel se mantenía al margen fumando tranquilo. Cada tanto les decía que él haría lo que se decidiera allí ,que solo era, circunstancialmente, la cara visible de un movimiento que no conocía de hombres ni de fronteras. Los adulaba un poco y retomaban la discusión envalentonados. Esa era una de sus virtudes, agrandar boludos. Con la última pitada del cigarrillo pidió permiso para dar una idea y nos llenó del humo espeso de sus cigarrillos negros. Iría a Campo de Mayo porque era lo que hacía falta para precipitar las acciones que se venían. Si estábamos decididos a actuar ese era el momento. Teníamos que mostrar que la carrera había empezado y que nosotros estábamos dispuestos a ganarla. Terminó la frase y nos miro desafiante. Seguro de que estaba haciendo historia. Lo escuchamos atentos y todos estuvimos de acuerdo, por supuesto. Estuvimos conformes con la idea y Sauchelli quedo a cargo de los preparativos para el día siguiente. Nos saludamos y nos pusimos de acuerdo pra salir de a pares buscando no despertar sospechas.
La salída del Coronel a Campo de Mayo estaba prevista a las 6 de la mañana. Puse el despertador a las 5 aunque cuando sonó hacía rato que estaba despierto. Di tantas vueltas en la cama que casi estaba mareado. Las dudas me habían torturado toda la noche y me estaba cayendo a pedazos. Salí al pasillo de las habitaciones tratando como siempre de que nadie me viera, llegué hasta el telefono que estaba junto a la puerta de entrada. Dejé pasar a dos soldados de guardia que me saludaron somnolientos y marque el numero de la casa del Coronel. Mientras marcaba pensé en que podía despertarlo pero su voz me dejó claro que compartíamos el insomnio.
Me atendió firme y amable como siempre. No hizo falta que le dijera quien era pero si le extraño mi llamado. Fui directo al grano porque no tenía espacio para maniobras extrañas ni convenciones protocolares. Coronel. No vaya a Campo de Mayo. Lo están esperando para terminar con usted y con el proceso que lanzamos.
No tuve respuesta por un minuto larguísimo y al final de la agonía me dijo. Me imaginaba, sabe? No me pregunte porque. Pero me lo imaginaba. Se lo agradezco amigo.
Colgó y me dejó con el teléfono en la mano y el ánimo por el piso.
Esa fue la primera vez que no pude matar a Perón.
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