Sí, ruinas. Parece que un día amaneció distinto, el sol al revés, de arriba a abajo de oeste a este y todo terminó. Fué una ciudad enorme, hermosa y prestigiosa. Copán tiene escaleras que hablan, estelas que cuentan historias, paredes y pinturas que no pueden callarse. Parece imposible que en el medio de la selva uno tenga que cubrirse los ojos para esquivar por un rato el bullicio. Nadie sabe como fue el final de Copán, miro al sol y le pregunto. Me tapo los oídos y escucho. Las lagrimas no lo dejan hablar. Llueve... como siempre.
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