Inspirarte
Marcelo
Lopez
Enrique
Llorens
Mi otra
pasión
En el barrio
los amigos eran fanáticos del fútbol, yo jugaba pero tampoco era algo que me
divirtiera tanto. Patear, pateaba, cabecear de vez en cuando cabeceaba y
correr, corría, eso si. Corría.
Terminabamos de jugar y ya planeábamos el partido que venia, el próximo
desafío. Los de la otra cuadra, que eran compañeros del colegio, amigos fuera
del potrero en ese caso eran enemigos acérrimos. Ellos, mis amigos, planeaban
los partidos.
- ¿Vos estas el sábado no?
Yo asentia.
- Si, claro, estoy.
Y yo estaba, pero porque si, porque estaba con ellos y eso era suficiente.
Llegaba a casa y mi hermano tenia el televisor, el único televisor de la casa,
en tiempos en que los televisores valían como autos y los autos como cosas que
eran incomprables. Llegaba a casa y el televisor estaba en un partido
cualquiera, de futbol, por supuesto. Flandria contra All Boys, Defensores de
Belgrano contra La liga del norte y cosas asi. Yo pasaba de largo pero a la
hora de la cena, cuando comíamos, el televisor seguía mostrándome el futbol.
Podia ser cualquier cosa, mi hermano veía cualquier cosa que fuera una pelota
rodando.
- ¿Cómo lo ves? Para mi un poco flojo el 7 de newells… sube mucho pero los
centros que tira son horribles.
Masticaba un poco y le contestaba porque si no le contestaba… si no le
contestaba lo tenia que escuchar horas y horas hablándome de formaciones,
combinaciones, 4-4-2, 3-3-4, 4-2-4 y que se yo que mas.
-Si, es
horrible, parece mentira que un tipo que vive de esto, que se pasa el dia
pateando una pelota no pueda tirar un centro como la gente.
Ahí si mi
hermano se callaba, un rato.
-¿jugas el
sábado, no?
Ahora mi
papa se metia.
-si, juego.
Contestaba y
seguía comiendo.
Mi mama de
futbol no hablaba, no hablaba de nada, en realidad hasta que fui bien grande no
supe si mi mama no hablaba porque no quería o porque no sabia de futbol. Mi
casa era futbol, futbol, futbol. Mi papa era futbol, trabajo, futbol, futbol.
Mi hermano flotaba entre esos dos temas, con muy poco trabajo, mucho futbol y
casi nada de juego. Mi hermano, un apasionado del futbol no lo jugaba. Preferia
no hacerlo, ¿para que? Lo mejor del futbol es verlo, interpretarlo, entenderlo,
porque ahí esta el verdadero conocimiento y capacidad. Jugarlo lo juega
cualquiera, decía.
Terminabamos
de comer y ahora el televisor me mostraba el entrenamiento de Rosario Central
que se preparaba para jugar contra unos ignotos del Paraguay. Levantaba mi
plato de la mesa y me iba arriba, a mi cuarto. Abajo seguía el futbol mi
hermano opinando, mi papa explicando, mi mama muda.
Ahí arriba
en mi habitación, al menos hasta que subiera mi hermano y me contara el gol
aquel, el penal no cobrado, el offside que no fue, yo podía estar un poco con
mis cosas, con mis ideas, con esas que me dejaban ser un poco yo.
El sábado
siempre llegaba y yo armaba el bolso, pequeño bolso, canilleras que había
heredado de mi hermano, camiseta usada del equipo de siempre, las medias buenas
y las medias rotas, los botines gastados. Algo de plata para después y el
convencimiento de que saliera como saliera el partido me importaba muy poco.
No me
quedaban opciones, el futbol era una pasión que nos invadia, era algo que nos
rodeaba y estaba dentro de todos nosotros, pero a mi me resultaba diferente. Yo
jugaba pero porque si, lo mio era otra cosa, sin embargo jugaba.
-¿y como salieron? ¿Cómo jugaste? ¿Estaba Muñoz, el negro? Ese si que juega
como la puta madre…
Ahí estaba mi hermano, desesperado, pegado al televisor, inmóvil, pero
transpirando futbol, viviendo futbol.
-Ganamos. Jugue bien, que se yo…El negro es un choto, vive lesionado y se
tironeo a los 20 minutos.
-Te dije, te
dije… les iban a ganar, yo les tenia fe. Ustedes tienen buen equipo, el sapo,
el trompo, Pablito, el pali, son grosos pero me parece que les haría falta un
toque de orden mas…alguien que les de una forma de juego, un estilo…
El tipo, mi
hermano, seguía hablando de lo mismo, dale que te dale.
Mejor
contestarle sino…sino era imposible seguir viviendo.
-¿Por qué no
venis vos un dia y nos ayudas?
-No se…
puede ser.
- ¿Mejor
porque no venis a jugar? siempre hace falta un buen cinco.
En general las conversaciones se terminaban ahí. El tipo era un apasionado del
futbol pero cuando le hablabas de jugarlo no había forma, se acababa la
conversación y se bloqueaba como un chico caprichoso al que le quitaron el
juguete.
-Algun dia voy a ir y vas a ver.
Me iba
arriba y entonces me metia en lo mio. Disfrutaba por un rato hasta que llegara
la hora de comer y me encontrara abajo con mi papa. “ ¿Cómo jugaste? ¿Cómo
salieron? ¿Estuvo duro? ¿Le pegaste a Saldaño como te dije?
Asi, una
semana tras otra, los sábados futbol, los domingos futbol, los lunes, martes,
miércoles, jueves y viernes…futbol. Yo arriba con lo mio, abajo con lo de
todos. Mama muda, papa hablando, mi hermano hablando, el televisor jugando.
Nunca me voy
a olvidar del dia en que volvi del partido, sábado 17 de octubre de 1984.
Llegue a casa.
-¿Cómo
jugaste? ¿Cómo salieron? ¿Estuvo el bañero? ese pega…
- Perdimos,
jugué bien, de 4, el bañero no le pega a nadie, lo atendio Campos en un corner
y termino con el tabique desviado.
Me fui hasta
la escalera para subir y le dije de lejos, como al pasar.
-Estaba
Liendo, el representante, me dijo que el lunes lo vea en el centro, me va a llevar
a Independiente.
Se cayo un vaso, se hizo mil pedazos, lo escuche pararse y caminar hasta mi. Se
paro al inicio de la escalera y lo mire desde el descanso de la escalera.
Estaba transformado.
-¡no podes
hacerme esto! Sos un hijo de puta…si a vos no te gusta el futbol, si jugas de
compromiso, si no te importa…
Mi mama se
acerco hasta nosotros, muda, como siempre. Nos miro, se hizo mas silencio y le
dijo.
-Dejalo a tu
hermano… a el no le importa el futbol ya sabes que lo suyo es la pintura…
- ¡Pero lo contrataron
para jugar al futbol! – grito mi hermano.
- y bueno –
siguió mi mama- al menos asi, yéndose a jugar al futbol, se va a poder escapar
de esta familia de mierda…
La mire a mi
mama, sacada, como nunca. Vino mi papa desde la cocina y como escucho un caos
siguió derecho hasta el patio.
Los mire a
todos desde la escalera sabiendo que irme a jugar al futbol por plata seria lo
mejor que le podría pasar a mis pinturas.