Quien puede negarme que los 60 centímetros cuadrados de una mesa de bar son la entrada a un mundo paralelo? Quien puede decirme que un bar no es un universo en si mismo? La barra, un sol que reparte vida. Cada mesa un planeta y las sillas satélites errantes. Para asomarme al espacio de ese universo en que las palabras son cometas, pago mi tributo. Pido mi café y espero.
La cuchara gira, en movimientos cíclicos perfectos ,desde la derecha a la izquierda con la suficiente fuerza para generar un remolino preciso en ese cuerpo negro; hasta el punto en que cambia el giro de izquierda a derecha, solo para ver como colapsan las corrientes internas del pocillo unas contra otras.
Así será ser Dios?.
2 comentarios:
Muy bueno marce. me quedo releyendolo para volver a disfrutarlo, gracias.
De nada Fede. esa es la idea!!
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